miércoles, 8 de agosto de 2012

Esclavitud actual: TRATA DE MUJERES


ESCLAVOS DEL SIGLO XXI
Según la ONU, doscientos cincuenta millones de personas viven en situación de esclavitud. De ellas, ciento cincuenta millones son niños.
Las víctimas son las mismas que hace siglos.
El objetivo que se persigue no ha variado: sigue siendo el poder y el dinero. Conozcamos las nuevas fórmulas y los que mueven los hilos de la esclavitud del siglo XXI.


Forma de esclavitud actual
No existe una distinción clara entre las diversas formas de esclavitud, señala Naciones Unidas. "Las mismas familias o grupos son muchas veces víctimas de varios tipos de esclavitud contemporánea y el factor que los une a todos suele ser la extrema pobreza", recoge el citado texto.
Familias enteras son obligadas a trabajar la tierra generación tras generación mientras no consigan reunir el dinero necesario para pagar una deuda que previamente han contraído. Pero la realidad es que a pesar de todos los esfuerzos, esa familia nunca saldará su deuda ya que los intereses crecerán más que el dinero conseguido y esa lacra pesará sobre su descendencia. El deudor pasa a convertirse en siervo de por vida.
Pero además de las familias, son las mujeres y los niños los grupos más vulnerables.

 
Esclavas silenciosas, revolución silenciosa.
Por el hecho de haber nacido mujer en este planeta, millones de personas no tienen derecho a vivir porque al nacer son asesinadas; o torturadas, violadas, agredidas, insultadas o están exentas de los derechos humanos más fundamentales. En una palabra y según define la ONU, "son tratadas de una u otra manera como una propiedad". Las leyes de los gobiernos, la economía y sus objetivos, junto con la educación, o mejor dicho, la falta de educación, han conseguido mantener en silencio y seguir "produciendo" a estas rentables esclavas.
Explotación sexual, trabajo doméstico servil, matrimonios forzados, compra y venta... Las cifras son impresionantes, más en estos momentos donde muchas mujeres, cabeza de familia, toman la decisión de abandonar el país para buscar un futuro para los suyos y acaban inmersas en redes de prostitución o similar.
Un grupo de mujeres están rompiendo el silencio. Hay firmeza en su voz, en sus movimientos, pero también hay dolor, sacrificio y lucha. Quieren explicar al mundo sus ideas y su forma de ver la vida, muy distinta a lo conocido hasta el momento. Están rompiendo cadenas y están ayudando a otros a romperlas porque quieren escribir ellas mismas su guión, fuera del dictado de los que hasta ahora las han tenido sometidas. Para ello están empleando algo que nadie les ha podido quitar, su libertad interior, su imaginación y su creatividad. Y con ello están explorando nuevos espacios, están abriendo nuevos caminos que otros hombres y mujeres están siguiendo.



MUJER, OBJETO DE CONSUMO
Unos cuatro millones de niñas y mujeres han sido vendidas o compradas con uno de estos tres destinos: matrimonio, prostitución o esclavitud.

-Por nuestro país pasan cada año 500.000 mujeres que luego son obligadas a prostituirse, aquí o en otros lugares. ¿Cómo se inicia este círculo vicioso?
-Una de las principales razones es la demanda masculina de acceso sexual a las mujeres, aunque de eso no se habla. El hombre se siente legitimado para poder reclamar "servicios sexuales" en cualquier momento y a cualquier precio. La mujer es mercantilizada y como objeto de consumo se reclama que haya "variedad". Por esta razón cada vez hay más tráfico de mujeres de muy diferentes países, razas, edades. Sólo hace falta relacionar esto con las condiciones de vida de estas mujeres en sus países de origen, las circunstancias de pobreza, las políticas de género, la violencia...

-Ahora parece que la decisión de salir de un país a buscar un futuro, es tomada en más ocasiones por la mujer que por el hombre. ¿A qué se debe el cambio?
-Es una realidad complicada en la que influyen muchos factores. Uno de los principales es lo que se ha llamado feminización de la pobreza, la consecuencia sobre las mujeres de los planes de ajuste estructural, las estructuras patriarcales, los conflictos militares, la violencia doméstica, el hecho de que cada vez más mujeres sean cabeza de familia, hacen que sea la mujer la que se ve obligada a buscar otras salidas y nuevas formas de acceso a los recursos económicos.
-La explotación sexual se ha sufrido en silencio y desde la marginación por parte de las víctimas; y con la mirada hacia otro lado por parte de la sociedad. Esto ocurre en Tailandia por ejemplo, pero también en nuestro país. ¿Hay diferencia para una víctima según se trate de uno u otro lugar?
-No. Las consecuencias en la identidad, dignidad y autoestima de la persona no dependen del lugar en el que se encuentre. Estamos hablando de esclavitud. La esclavitud sexual es un atentado contra los derechos fundamentales tanto en Botswana como en Suecia. Por tanto, es un problema que debemos abordar desde este punto de vista, el de los derechos humanos, independientemente de las circunstancias concretas o situación geográfica de cada mujer.
-Este tipo de esclavitud ¿qué valores destruye en la víctima? ¿Se pueden recuperar?
-Los traumas son enormes. Los perfiles psicológicos de estas mujeres reflejan destrucción de la autoestima, estrés, falta de esperanza, desmotivación, depresión, soledad, ansiedad... La recuperación es muy complicada, requiere mucho esfuerzo y energía por su parte, pero es posible, aunque la violencia sufrida es imposible de olvidar. Hacen falta políticas contundentes que ataquen la raíz del problema, que impidan que las mujeres sean víctimas de ello y que dispongan de los medios necesarios para su eficaz reintegración. ∆

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http://www.revistafusion.com/2004/febrero/temac125.htm


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